lunes, 5 de septiembre de 2022

Los valiosos años que me quedan

 



Ya no me asustan las miradas venenosas.
He dejado de huir de las calumnias,
de los cuerpos que buscan con su abrazo
contagiarme las ganas que tienen de morirse.
Aunque aún no logré aplacar mi terror a la muerte,
mi voluntad persiste heroicamente
encadenada en la galera de los días,
aferrada al remo con ambas manos,
venciendo con canciones quejumbrosas
el espantoso grito de la fatalidad.
En esta travesía de silencios
mi cuerpo se ha robustecido
y nunca caerá bajo el látigo del futuro.
Largos años de empeño en esta esclavitud
he soñado partiendo con Ulises
en búsqueda de tronos y tesoros,
y de la paz que haría iluminar
el sendero de mi destino, la batalla,
la gran batalla de los visionarios.
De ahí mi gratitud a los estoicos compañeros
que vienen sosteniendo los pesados días,
mirando siempre al frente, hacia el olor a selva,
hacia el bullicio de las aves, hacia el caudal inmaculado.
Mi inmensa gratitud a los que siguen sosteniendo la ilusión
de percutir la eternidad irrevocable.

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