temblar sobre las copas de los árboles,
mientras se dobla el denso follaje a su merced;
y las raíces bajo tierra
perciben la flexible oscilación
de los enhiestos troncos,
y se estremecen las flores a punto
de lanzarse al vacío y emigrar
con sus cofres sagrados.
Allá espera la tierra húmeda
con su pubis abierto a la fecundidad,
ansiosa de acoger el prodigio del código
que brindará a los vástagos
el milagro de la perpetuidad.
Allá espera la lluvia tranquila o tempestuosa
para avivar el fuego
de la pasión,
ahogándola.
No hay comentarios:
Publicar un comentario