Como muchos, yo amo la
existencia;
es decir, mi vida en la
vida,
el enigma rebelde de la
realidad,
el paisaje que surge azul
en tu pupila,
el amor que apantalla las
nubes del hastío,
la sabia plenitud de mi
locura
(que no he podido aún
mostrar al mundo),
los límites opacos del aprendizaje,
el duro aprendizaje de la
opacidad,
las preguntas del niño azorado
ante el místico misterio,
la canción de su cuna,
la lámpara que baja a las
cavernas de mi espíritu
y sube apagada porque
me han visto descubierto,
la harina, el pan, a los
que comen con el pan,
el asombro que nace en
cada amanecer,
la risa involuntaria, la
espontánea
(recuerdo de otra risa con
causa poderosa),
la cuerda que te ahorca sin
matarte
(que ahorca y se desata),
el intento de comprenderme
antes de morir.