el beso dócil
de la canción exacta;
la tarde,
sobre mis ojos pájaros,
la beldad del crepúsculo;
y el verde,
en el azul turquí,
el negro de la sombra.
Llovizna sobre el patio
mutismo de muralla y bicicleta.
Susurran los ramajes, susurran
voces de albergue,
voces por la demora de las aves.
La casa está enlutando sus visillos.
Espero que el deleite de la brisa
y las luciérnagas
y los dioses jocundos
me acerquen los puñales de los besos
y la dulce agonía
y la gloriosa muerte hasta mañana.
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