domingo, 20 de marzo de 2016

Primer vuelo en avión


                                                                                 A José Manuel Sáiz.


Era yo todavía un escolar
cuando me cupo viajar con mi tía
por primera vez en un avión.

Arrinconado junto a la ventanilla,
observaba con reproche su calma, su relajante
disposición a hojear la revista que había sacado de su bolso,
porque sin duda necesitaba yo su ayuda
para sortear el miedo a mi primera experiencia entre las nubes.

En la fila opuesta, otro niño me observaba con complicidad,
sin abrir nunca la lata de galletitas que llevaba en el regazo,
aunque no dejaba de darle vueltas y vueltas,
dando a entender que su deseo era abrirla, y quizás convidarme.

Al despegar el avión, abandonó su lata,
sus manos sólo atenazaban el posabrazos,
y sus ojos se cerraron con fuerza tras sus gafas de carey.
Entonces comprendí que el coraje, del cual siempre carecí
para conquistar el amor de la pelirroja y sonriente Zully,
dependía únicamente del empeño en el dominio de mí mismo
para no temblar ni cerrar los ojos al caminar a su lado.



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