lunes, 16 de septiembre de 2024

Tímidamente perfecto


Soporta en la mudez sus tripas derramándose
en la hornacina de un papel periódico
trincado por el cinto.

A veces se acuchilla las arterias,
no para suicidarse,
sí para extorsionar al que lo mira
con el jaez de la omisión de auxilio.

Al paso de los años,
busca desprestigiar la primavera
dejando que las flores mueran en su patio;
y odia el invierno,
cuando su estupidez lo atrapa en el trabajo
con poco abrigo
(dos horas antes del final de la jornada),
mientras cae el mercurio, y cae él
tiritando sobre el cemento helado.

La magia del amor hace indolora 
la herida del malandro, 
y hace que un hombre rudo
derrame vergonzosas lágrimas 
por una prostituta de la esquina.

¿Por qué, entonces, es tan difícil 
vivir sin cuestionarse,
como el ebrio Bukowski?