lunes, 4 de julio de 2022

Las huellas del espanto


Esta noche no vienes a vencerte a ti mismo
sino a batir señales de tu corazón en peligro:
relámpagos, razones por las que arrojaste
la dura tempestad sobre tu cuerpo,
y por las que tus familiares hoy se atreven
a censurar tus borracheras.

Has bregado en la angustia de las altas olas, estremecido
de oír tus pesadillas, deshecho en las alarmas de traiciones,
pues hienden en la madrugada su puñal en tus muslos,
en las partes sin hemorragia,
solo para verter dolor, tortura e inacabable pánico.
Como un devoto en susto, te has mentido
en oración para admitir la muerte
del que ha resucitado a los tres días.

Tras las murallas de tus fármacos,
te has vuelto estéril a la dicha,
confuso por el síntoma
de tu chatura humana,
de tus absurdas chances de heroísmo y gloria.

Hoy, en tu corazón, luego de ver a tus amigos
marchar alegres hacia la locura,
se enmudece la fiesta de la vida,
encerrado en el ataúd del tiempo, temeroso
de caer ante el sexo menos imaginado.

Aunque ambicionas retener destellos de la luna
en el desierto de tu cielo fatigado,
todo me indica que nunca fuiste un poeta «beat»
que salía de la pesada realidad
flotando por las drogas consumidas.

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