viernes, 15 de noviembre de 2019

Pasada la inclemencia

Dura fue —destruyó los sembradíos—,
aquella tempestad descontrolada.
¿Recuerdas que caían en cascada
de voces dolorosas nuestros bríos?

Silenciosa, venciendo desafíos
en el jardín de dicha abandonada,
padecía la rosa deslustrada
la intemperie de nuestros desvaríos.

Pero hoy, con fosfóricos colores,
surgen sobre las sábanas ardores
de un nuevo sentimiento en honda entrega.

Amor valiente con constancia ciega
que con su afán expurga los dolores
y que al rencor en el olvido anega.