viernes, 14 de mayo de 2021

Huéspedes


Hoy recuerdas a las personas que salieron de tu vida,
hombres y mujeres que sientes viajan en los misterios de la eterna soledad,
en el lento tren de la ingratitud y en la hosquedad de los disgustos.
No te has percatado en qué instante abandonaron tu hospitalidad,
cuándo sintieron la humedad de tus noches, el frío de tus charlas,
el patio abandonado donde se nutre tu nostalgia.
Algunas se fueron con una sonrisa de “recuérdame”; mientras,
otras, dando portazos de indignación ante tu negligente despedida.  

Por estas razones estimas hoy a las personas que perduran en la travesía.
Te ves en el espejo: farsante Dorian Grey, su fantasma rapaz,
su blanca sábana flotando entre el gentío, su atractivo de azufre y falsedad.
Y ves las sombras de parientes muertos sobre los tallarines,
sobre el disfrute iluso de la vida, sobre el latido de la casa grande.
Y ves una intemperie para siempre como tu destino en el mundo.

Aúlla un lobo huraño en tu mirada, y rondas la caverna de la llama,
buscando distinguir aquellos gritos ululantes que crearon la tribu;
y un incendio de sangre, una lava desatada, abre la boca
del volcán de tu pecho. Y callas para auscultar tu abismo.
Es como si no existieras en el gen de tu hijo, como un extraño
en el aire de los vientos propicios y de la brillantez del tiempo.
Como si en tu excitante laberinto alguien hubo cortado tu hilo de Ariadna
para perder la ruta de regreso a tu arraigo, tu vocación de sólito.



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