lunes, 1 de mayo de 2023

Represa del gran demonio

Soy el demonio que puede provocar la gran catástrofe.
¡Aguantadme la risa que no consigo contener!
Suponed mi figura rojiza y fulgurante
bajando con las aguas en brutal destrucción.

Aunque se me ha otorgado poder discrecional
por parte de los cojonudos dioses, no abriré las compuertas,
no dejaré a las aguas arrasar los poblados.
Yo soy el buen demonio para el hombre gregario,
y debo como tal encauzar los caudales.

No es bueno para nadie que torrentes anárquicos,
cual vómitos de dioses destructivos,
empujen los navíos de la muerte,
y asalten, cual piratas execrables,
vidas y haciendas de los valles bajos.

No es bueno para nadie que negras turbulencias
precipiten los ánimos de los sobrevivientes;
y es menos bueno aún envenenar las almas
de tristes habitantes confundidos
que siguen adorando un solo Dios
por miedo a la vehemencia de los cielos.

Como tantos otros demonios, amo
yo también a los hombres, y deseo
cuidar de sus cosechas;
y gozoso, dejar que las muchachas
se reconozcan en la carne;
y dejar que el anciano se sirva de su cántaro,
para el sacro brebaje de los ritos
en las praderas ancestrales.

Agradables murmullos
del curso heroicamente controlado
llevarán en las noches las tranquilas corrientes
dominadas por mi gran voluntad.

Así pues, hombres de dudosa fe:
ofrendadme vuestras doncellas núbiles,
tenedme como único demonio, y jamás olvidéis
que un enojo causado por vuestra traición
abrirá la fisura y romperá el gran muro.

Hombres que vivís en los valles:
jamás provoquéis mi arrebato.

Y, por las dudas, como a Dios, ¡adoradme!
Ja ja ja

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