viernes, 29 de enero de 2016

Tarde lluviosa

En esta tarde apática y lluviosa,
mientras se oye el entonar lejano
de un gorrión, un recóndito desgano
me oprime con sus pétalos de rosa.
El espíritu, en gris melancolía,
se abandona a la azul contemplación,
y gana la crucial revelación
del mágico suceso de este día:
la fresca lluvia que la tarde moja,
los jardines inunda lentamente,
y al rosal inmutable la deshoja…,
es en la eternidad irrepetible.
Es mi herida —dolor intermitente—

que sangra por el tiempo irreversible.