lunes, 7 de septiembre de 2009

Hagámoslo como antes


Hagámoslo, querida,
como en los tiempos de faltar a tu trabajo,
vencidos tus escrúpulos,
dado vueltas reloj y sensateces
y el solo acontecer que nos envuelva.

Te espere yo en la esquina de aquellas escapadas
con mi pasión royendo las revistas del quiosco,
hurgando en la cornisa tus alas de paloma,
hasta el instante en que tus labios
se abran como el cielo.

Hurtándote en la pinza de mis brazos
te lleve por las brisas del deseo,
para cambiarte el nombre a mariposa,
para cambiarte todo:
tus ojos por cristales que me copien,
tus senos por dos lunas que ingrávidas me orbiten,
y sólo tu presente que me ama
dejar intacto.

A puro instinto desbocado
y nula voluntad de comprender.