viernes, 29 de enero de 2016

Tarde lluviosa

En esta tarde apática y lluviosa,
mientras se oye el entonar lejano
de un gorrión, un recóndito desgano
me oprime con sus pétalos de rosa.
El espíritu, en gris melancolía,
se abandona a la azul contemplación,
y gana la crucial revelación
del mágico suceso de este día:
la fresca lluvia que la tarde moja,
los jardines inunda lentamente,
y al rosal inmutable la deshoja…,
es en la eternidad irrepetible.
Es mi herida —dolor intermitente—

que sangra por el tiempo irreversible. 

miércoles, 27 de enero de 2016

No admites agobio en este día


Muchos están tratando de perder su desdicha
en la blindada bóveda de un banco,
y persiguen a toda costa
pináculos de gloria para sus pies de barro,
amistades amables
que le allanen los surcos del hastío,
encadenarse a la felicidad 

de los metálicos elogios.

Mas tu no admites ansia en esta tarde, 
ni lágrimas de almas confundidas.
Encuentras lucidez y plenitud
en los amantes que se besan
en cada bocacalle de la ciudad urgente,
ángeles en la risa del mendigo,
la levedad del polen queriendo inexistir
en este otoño ocre de corazón sonámbulo.

Hoy colectas contento acumulado
sobre tu pecho amante
donde tu amada huele a primavera.
Hoy recoges nenúfares del agua donde abrevas
lánguidas mariposas besadas por el sol,
algarabía, sólo algarabía gravitante.

Te trepas a los árboles inmensos de la vida
para escuchar los trinos que aprueban tus oídos.